Había una vez una ballena que vivía muy feliz en el agua y que se sentía muy contenta cada día cuando veía el sol. Sin embargo, un buen día la marea arrastró a la inocente ballena a la orilla del mar y entonces en vez de agua, la ballena solo podía ver como estaba rodeada de arena por todas partes y no podía respirar bien ni estar en su hábitat tradicional.
Estando la ballena en la arena se tropezó con unas cuantas niñas que estaban jugando a la pelota en la playa. Las niñas vieron como la ballena las miraba triste y desolada y sintieron que tenían que hacer algo por ayudar a esa pobre ballena.
¡Corre, vamos a llamar a nuestros padres! -dijo una de las niñas- Las niñas no sabían bien qué tenían o podían hacer con la ballena que estaba allí indefensa por eso, pensaron directamente que lo mejor era llamar a sus padres para que éstos encontraran una solución al problema.
Los padres de las niñas acudieron a la orilla del mar para ver qué estaba pasando y vieron como la ballena estaba allí, llena de arena sin poderse mover y muy indefensa.
Los padres que sabían bien qué era lo que había que hacer en esos casos, llamaron a emergencias y éstos se acercaron a la playa con un gran helicóptero. El helicóptero cogió a la ballena en alza y la trasladó de nuevo al mar de donde había venido.
Así, la ballena feliz estuvo de nuevo en su sitio, disfrutando del mar y agradeciendo que aún quedase gente buena en el mundo que ayudan a otros cuando lo necesitan.
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